miércoles, 5 de diciembre de 2012

Holanda y Alemania


Holanda, aunque hubo pocas flores…
Llegamos en otoño a este bello y reconocidamente florido país para encontrarnos con muy pocas flores debido justamente a la época en que arribábamos.

Haarlem
Llegamos en bus desde Bruselas para hospedarnos en la casa de Niels, nuestro nuevo anfitrión, en la ciudad de Harlem a media hora en tren de Amsterdam.
Harlem es una ciudad muy bonita y todo es muy parecido a Amsterdam salvo que no tiene turistas y las calles son mucho más tranquilas. El barrio donde vive Niels es bastante tranquilo y su casa muy bonita. Nuestra habitación estaba en el ático y era muy espaciosa. Niels es una persona sumamente enérgica y alegre al que le fascina toda la cultura y música de Brasil, cosa que compartimos.

Amsterdam
El primer día en Holanda nos tomamos el tren desde Haarlem a Amsterdam. El día estaba bastante soleado pero no duro demasiado. Enseguida se nubló y se puso bastante frio. Fuimos a ver si alquilábamos unas bicicletas para hacer el recorrido de la ciudad pero decidimos que era mejor y más barato hacerlo caminando.

Empezamos la caminata y en la plaza principal donde está el palacio vimos a un grupo de turistas con un guía que recién empezaban un tour gratuito por algunos puntos importantes del lugar. Decidimos sumarnos y escuchar que tenía para contarnos Amsterdam.

No sólo nos sorprendimos por la belleza de los edificios, calles y una cantidad incontable de canales que cruzan de norte a sur y de este a oeste la ciudad, si no también por las locas historias que en ella se esconden. Apenas comenzamos la caminata pasamos por la zona roja donde están las prostitutas pero como era aún de día no vimos demasiado. Lo loco del lugar es que justo en medio de esta zona hay una gran iglesia que demoró unos 300 años en construirse. La misma ya no funciona como tal pero el guía nos comentó que las prostitutas del lugar y el sacerdote tenían un negocio juntos;  y este era que cuando los marineros desembarcaban en busca de los servicios de las prostitutas, ellas, luego de brindarles este servicio, los hacían sentirse culpables y les comentaban que el cura podía darles un papel blanco con una palabra escrita sobre el: “absolución”, por el cual deberían pagar algo.

En este tour también nos enteramos que a los holandeses no les gusta mucho el tema de la prostitución y tampoco la marihuana. Asi que todos los coffee shops que existen en la ciudad de Amsterdam están hechos sólo para los turistas.

Caminando sobre los pequeños puentes y calles y observando las estrechas fachadas de las casas cuyos techos caen en dos aguas, descubrimos que muchas de ellas están inclinadas hacia un de los costados o hacia adelante o atrás. Aprendimos que las casas que están inclinadas hacia un costado es porque han ido cediendo al inestable terreno del lugar ya que Amsterdam está construida sobre espacio que ha ganado al mar y es por esto que se encuentra increíblemente bajo el nivel del mar. Las casas que están inclinadas hacia adelante o atrás es porque fueron hechas así a propósito. Los comerciantes que vivían del puerto debían ingresar toneladas de mercadería a sus casas y por unas fachadas tan pequeñas y unas escaleras casi imposibles de subir. Esto los llevó a ingeniar un sistema de poleas por el que subían la mercadería desde un gancho en el extremo superior del techo pero descubrieron que mientras iban subiendo el paquete este también iba golpeando toda la fachada de la casa. Es así que se les ocurrió la ingeniosa idea de inclinar sus casas para generar más distancia con el bulto y que este no toque la fachada.








En Holanda por muchos años fue mayoría la religión protestante y quedó prohibida la práctica del catolicísismo. Sólo seis familias podían seguir siendo cristianos pero debían practicarlo a escondidas. Obviamente que estas familias podían seguir siendo católicas sólo porque eran las familias más poderosas y ricas de Amsterdam. Es así que dentro de varias casas se construyeron verdaderas iglesias católicas a las que se puede visitar hoy en día.
Todas estas pequeñas y locas historias me hicieron pensar en lo complejos, ambiguos y particulares que los holandeses son. Aunque también hubo una historia que me sorprendió y me hizo sentir lo respetuosos y tolerantes que son el pueblo holandés.

En 1941 cuando los nazis dominaban a este país sucedió algo increíble. Los judíos dieron aviso a un grupo de vecinos holandeses de Amsterdam para que los socorrieran ante la agresión nazi. Ellos acudieron y el saldo del enfrentamiento fue de varios heridos y muertos pero lo que más revuelo causó es que un comandante del ejército nazi entró en coma y luego murió. Un día sábado, sumamente ofendidos por la muerte del comandante se tomaron represalias, los nazis realizaron cientos de deportaciones de judíos y al día siguiente trataron de volver a hacerlo pero no pudieron. Resulta que los domingos existe una feria y por ese entonces el que no trabajaba en la feria estaba allí para participar de ella. Los camiones de los nazis llegaron al lugar para atrapar judíos, y los holandeses al ver lo que estaba sucediendo decidieron subirse a estos camiones para evitar que se llevaran a más gente. Al día siguiente, lunes, realizaron una huelga del tranvía y todo el pueblo se juntó en la plaza mayor a apoyarse unos con otros. Aunque el paro sólo duró un día, porque a la mañana siguiente los nazis se encargaron de matar a todas las personas que se acercaran a la plaza, creo que fue una excelente demostración de respeto y unidad y más durante este período tan duro de la historia.

Este pequeño resumen de lo que sucedió durante el asentamiento nazi me quedó gravado en la memoria por el gran valor de este pueblo y aunque no pudimos entrar al Museo de Ana Frank, también sentí emoción por estar cerca de lugares donde sucedieron tantas historias transcendentales para la historia de la humanidad.

Pasando de página, la ciudad tiene una mezcla singular entre lo moderno y antiguo por haber sido azotada por guerras, incendios y pestes. Muchas casas tienen grandes ventanales abiertos a la calle y por la noche, con la luz encendida en el interior de las mismas, uno puede apreciar la vida cotidiana que sucede en cada una de ellas. Caminando encontramos varios edificios de cientos de años atrapados entre modernas construcciones. Pareciera como si esta vieja construcción pidiera a gritos un poco de atención ya que  la gente pasa frente a ella sin reparar en su existencia.




También fuimos al Mercado de Flores del lugar y la cantidad de especies que allí vimos nos dejó boquiabiertos. Como es otoño y no es época de flores tratamos de llenarnos los ojos con imágenes de ese mercado porque luego sería difícil de encontrar tantas flores como allí vimos.



Molinos de viento en Zaanse Schans
La vida nos sonrió cuando nos levantamos una hermosa mañana soleada justa para ir a disfrutar de un día recorriendo los molinos de viento.

Nos tomamos el tren y al bajar en la estación caminamos unos 15 minutos hasta la zona de los molinos. El lugar es casi de cuentos. Los canales anchos y angostos rodean las verdes llanuras donde se yerguen estos típicos molinos de viento. Las casas de maderas pintadas color verde oscuro y los pequeños puentecitos que van cruzando los diferentes canales, junto con los patos, cisnes y gatos del lugar forman una increíble postal de ensueños.



Entramos en un molino que tritura especias mientras las grandes ruedas que molían la materia prima trabajaban sin cesar. Luego nos dirigimos a una fábrica de quesos donde probamos la más exquisita variedad de quesos que jamás haya visto. Allí también comimos un rico sándwich para seguir el paseo con la panza llena. La fábrica de zapatos de madera (zuecos) posee una gran variedad en formas, tamaños y colores de este simpático calzado que adorna el pie de los holandeses rurales.



Después de nuestro paseo por los molinos volvimos a Haarlem para descansar en la casa de Niels. Esa noche él nos hizo una rica comida con postre y vino incluido a modo de despedida.
Al siguiente día salimos en tren hacia la estación de buses para llegar a Alemania y como muchas veces nos sucede varias personas se quedan mirándonos mientras nosotros caminamos con nuestras enormes mochilas y algunas nos sonríen como si les provocáramos ternura al vernos enfrentar el mundo con tan poca cosa como sólo dos mochilas grandes. Otros se quedan estupefactos al ver la cantidad de países que hemos recorrido por las banderitas que llevamos pegadas. Pero esta vez un chico no sólo miró las banderas de nuestras mochilas si no que se nos acercó a felicitarnos. Una sensación de tonto orgullo nos invade cuando estás cosas nos suceden.

Se termina nuestra estadía en Holanda y ya estamos casi con un pie en Alemania.

Alemania, caer para levantarse…
Alemania me sorprendió por su gran capacidad de reponerse ante situaciones que devastaron por completo al país. Las divisiones entre su pueblo y las dos guerras impactaron con gran agudeza en este país, pero como algo inexplicable resurgieron de las mismas cenizas para transformarse en unos de los países más importantes del mundo.

Bremen
Llegamos en bus cerca de la estación de trenes y saliendo de ella comenzamos a buscar el correo donde nos esperaría Lena, una amiga del Tata que estuvo unos meses en Argentina hace 10 años atrás, para llevarnos hasta su casa.

El departamento de Lena es super grande y forma parte de una vieja casona de techos altos. Mientras tomábamos una cerveza en la acogedora cocina ella nos contaba sobre su vida de profesora en la secundaria y por los fines de semana una divertida soltera de 30 años. Esa noche no nos acostamos muy tarde porque nosotros estábamos muy cansados por el viaje y Lena también porque era viernes y había tenido una semana muy complicada.

Por la mañana, después de un desayuno muy sustancioso lleno de quesos, fiambre y pan, partimos hacia el centro viejo de la ciudad. La neblina no nos dejaba ver que había en la vereda de enfrente pero pienso que fue una experiencia diferente para ir descubriendo un lugar. Las iglesias y edificios históricos junto con las casas en techos de dos aguas y las calles de piedra y la suma de la espesa neblina le daban a la ciudad un aspecto tenebroso e intrigante. Volvíamos con dirección a la casa de Lena por el costado del río, aunque no lo podíamos ver. Nos detuvimos para tomar una deliciosa media tarde en un barcito cerca de la casa de Lena donde algunas amigas de ella la esperaban. 




Esa noche nuestra anfitriona tenía una fiesta en le club de remo donde entrena y tuvimos que darle nuestra opinión sobre algunos vestidos que se midió. Aunque no era yo la que me estaba arreglando ni la que iría a la fiesta me ilusioné solo con verla! Aunque parezca trivial y hasta superficial extraño mi ropa, zapatos y carteras y la dulce y excitante sensación que vive una mujer cuando se está preparando para brillar. Nosotros vimos una película y después a dormir.

Por alguna razón al día siguiente nos levantamos bastante tarde, casi junto con Lena, y sin muchas ganas de salir a andar por la ciudad. Como Lena tenía un poco de resaca decidimos quedarnos los tres todo el día en la casa. Esa noche a Lena se le ocurrió que al día siguiente, lunes, podríamos acompañarla hasta la escuela donde trabaja y participar de una de sus clases de inglés contando acerca de nuestro viaje por el mundo y algunas cosas sobre Argentina. Aunque debíamos levantarnos a las 6 de la mañana porque la escuela quedaba en un pueblo alejado nos pareció muy buena idea.



Con muchas ganas de seguir durmiendo nos levantamos a las 6 de la mañana para llegar en el auto de Lena hasta la escuela. Cuando llegamos nos encontramos con un establecimiento muy nuevo con algunos cuadros y esculturas por los pasillos de la escuela y sinceramente me llamó la atención que todo se mantuviera tan cuidado y que los alumnos no hubieran dañado nada. La sala de profesores era muy luminosa y grande, con una linda cocina y ambiente adecuado para poder estar muy cómodos trabajando.

Durante la primera hora de clases entramos al aula donde unos 20 adolescentes de entre 12 y 13 años esperaban a su profesora. Se mostraron algo sorprendidos y tímidos cuando nos presentamos pero enseguida se fueron soltando y comenzaron a hacernos preguntas acerca del viaje y de Argentina. La experiencia con los chicos de esta escuela fue muy enriquecedora porque pudimos comunicarnos y compartir nuestra experiencia con gente de un idioma y edad diferente. Pienso que es algo increíble cuando uno puede comunicarse con diferentes personas y hablar sobre sus vivencias y sentimientos, sobre un sueño o proyecto que enriquece tu vida de una manera sorprendente.

Como a las 10 de la mañana salimos de la escuela a dar una pequeña recorrida por el pueblo mientras Lena terminaba con su clase. El lugar tenía las típicas casas alemanas de techos en dos aguas y con tejas rojas y paredes de ladrillo. El campo y las cosechas estaban presentes en este pequeño pueblo de Alemania.




Hamburgo
Nos quedamos en la casa de Antonio, un nuevo couchsurfer que ingresaba a nuestras vidas, quien nos pasaría a buscar por la terminal de trenes de la ciudad. En el tren conocimos a un simpático alemán que comenzó a hablar con nosotros y que nos acompañó hasta la salida para ayudarnos a ubicarnos. No es la primera vez que nos sucede que una persona de manera desinteresada y espontánea nos ayuda en alguna parte de nuestro viaje y esto me hizo pensar que tal vez tenemos buena suerte o hay demasiada gente buena en el mundo o quizás que cuando uno trata de hacer algo bueno atrae a las personas buenas y todo parece funcionar a la perfección.

Durante el viaje en el auto de Antonio hasta su casa pudimos ver a la ciudad de Hamburgo de noche y quedamos maravillados con la hermosura de sus edificios, puentes, rías y estructuras de las más diversas iluminadas a la perfección.




Antonio es el gerente de marca de una importante empresa que comercializa pastas, quesos y salsas preparadas al mejor estilo italiano asi que esa noche comimos unas ricas pastas porque además Antonio, al igual que nosotros, es un fanático de ellas. Un poco más tarde salimos a una reunión de Couchsurfing en la zona roja de Hamburgo. Antes de llegar al bar Antonio nos hizo recorrer esta parte de la ciudad que está repleta de cabarets, sexshops y prostitutas. En Alemania la prostitución es legal lo cual me parece perfecto para que todo funcione más ordenado y controlado y de esa manera se pueda disminuir el contagio de diversas enfermedades y por sobre todo la esclavitud y la trata de personas que tan relacionadas están con la red de prostitución. Caminando por el lugar vi varias prostitutas que llevaban puestas camperas de diferentes y llamativos colores: rosa, rojo, celeste, lila, etc. En Europa no es muy común ver gente vestida con colores, de hecho son bastante sobrios en el vestir. Pero yo adoro los colores y es por eso que tengo una llamativa campera rosa chicle que combinaba a la perfección con las demás camperas de las chicas que trabajan en la calle! Al fin como en casa! Jajaja!

La reunión en el bar fue divertida y hablamos con gente de diversos lugares. Un cubano fue el más simpático de todos al que le encantaba hablar, fumar y tomar. Antonio también nos cayó muy bien y descubrimos, con el correr de los días que estuvimos con él, que era una persona muy amable, agradable y tranquila. Su padre es boliviano así que algo de español entendía pero no hablaba demasiado así que casi toda la comunicación era en inglés. Junto a su novia están preparando un viaje de un año y medio por diferentes continentes y compartimos con el algo de información útil.

Hamburgo como ciudad es fascinante y bella. Sus puentes, canales, los imponentes edificios e iglesias te dejaban encantado. Pero por sobretodo lo que más nos impactó de esta ciudad fue verla de noche. Todo está planeadamente iluminado: los edificios históricos que dan al agua, la zona roja con toda su energía, el gigantesco parque de diversiones y los fabulosos e increíbles mercados de navidad. Para nosotros era muy diferente vivir la época navideña  con frío y tenía su encanto. Estos mercados navideños estaban decorados con miles de luces de colores y cientos de tienditas que vendían desde gorros hasta salchichas a la parrilla. Lo más típico de estos mercados son las tiendas donde venden “Glüwein” o vino caliente que sinceramente no me gustó pero debo reconocer que viene muy bien para el frio.




Con Antonio también viven 2 personas más, una alemana y un chileno. Julia, la alemana, habla a la perfección español y debo decir que durante el viaje nos ha impresionado la cantidad de personas que hemos conocido que hablan el español. Gaspar, el chileno, fue mas que atento con nosotros y hasta una noche nos cocinó un exquisito pescado con verduras y arroz.

Berlín
No puedo decir que sea una ciudad que me haya impactado por su hermosura pero si por la cantidad de historia  y hechos históricos que en este lugar sucedieron.

Berlín es una ciudad sobria, gris y hasta triste. Los exageradamente grandes, cuadrados, simples y grises edificios comunistas te hacen sentir atrapado e insignificante. Todo parece ser amplio, alto y grande. Claro que hay algunas zonas de la ciudad en donde el arte callejero de los grafitis parece darle algo de color, vida y creatividad como un respiro de alivio.




Pienso que toda la estética de este singular lugar se debe a todo el dolor y sufrimiento reiterado que este pueblo ha vivido.

Nuestro hostel era uno de los más baratos de Berlín y aunque la habitación estaba bastante bien el baño que compartíamos con otra habitación dejaba mucho que desear. Era un edificio bastante viejo de techos muy altos y ambientes amplios. No sabría decir con precisión que tan viejo era por que no tuve oportunidad de preguntarle a ningún empleado del lugar ya que en este hostel nunca había nadie. Pero en varias paredes exteriores se notaban marcas de explosiones debido a los ataques de la guerra, lo que fue una de las primeras cosas que me impactó en Berlín. Casi todos lo que se hospedaban en el hostel eran de otros países y estaban buscando trabajo en Alemania. La mayoría de ellos eran italianos a los que parece haberles pegado muy duro la crisis europea.

El primer día en la ciudad la pasamos recorriendo por diferentes puntos emblemáticos de Berlín: la Puerta de Brandenburgo, el Reichstag, el Memorial al Holocausto, encima del Bunker de Hitler, Check Ponit Charlie (es un punto de control de cuando existía el muro y donde se encuentra la foto de un soldado estadounidense que estuvo presente la noche en que todo el pueblo corrió hacia el muro para cruzarlo después de que se anunciara su apertura y la foto de un soldado ruso justo en el punto opuesto vigilando la zona que le correspondía), La isla de los Museos, la Torre de TV y algunos más.








Caminando por la ciudad inesperadamente nos encontramos con Niels quien nos había alojado en su casa en Haarlem. Él iba en bicicleta con una amiga argentina y fue muy graciosos para los tres volvernos a ver y en un país diferente.

El segundo día decidimos que podía ser interesante hacer otro tour al campo de concentración de Sachsenhausen y eso hicimos. Esa mañana amaneció nevando, nuestra primer nevada dentro del viaje, y por supuesto que estaba muy frio. Fuimos en metro hasta el lugar donde nos juntaríamos con el guía y las demás personas del tour. Éramos bastantes y partimos en tren hacia el campo de concentración.



El frio que sentí  al entrar al lugar fue extremo y de inmediato me di cuenta que ese frio no solo era por la nieve que pintaba todo de un blanco silencioso y extrañamente quieto si no por la energía que se respiraba en el lugar. Nos detuvimos a observar la distribución del lugar que formaba un triangulo desde la torre más alta, llamada Torre A, se podía observar todo el perímetro del lugar sin dejar espacio alguno sin ser vigilado. Este tipo de diseño se llamó “arquitectura del terror”. Más tarde se tuvieron que añadir más barracas por la cantidad cada vez mayor de detenidos en el lugar y desde esta torre ya no se podía observar todo el sitio asi que se añadieron algunas torres de control más pero más pequeñas.  También entramos a una de las barracas donde las literas se agolpaban unas con otras y uno podía imaginarse fácilmente como deben de haber sido las condiciones de vida en el lugar. Una prisión dentro de otra prisión existía en este campo de concentración donde se dedicaban a torturar sistemáticamente a personas que se creía que podían tener algún tipo información importante. Pasar por entremedio de ese triste y gris pasillo y observar a ambos lados una serie de celdas pequeñas con camitas viejas en donde en algún momento había reposado algún detenido fue espeluznante. Durante el recorrido tuve que aguantar varias veces para que mis lágrimas no desbordaran porque sinceramente me daba un poco de vergüenza llorar frente a todos. Caminábamos por la nieve y me imaginaba lo cruel que debe haber sido para los que allí pasaron tener que formar durante varias horas en el patio sólo con el liviano y fresco uniforme de preso que llevaban encima, mientras los soldados hacían el recuento de detenidos.  Muchos de los detenidos no aguantaban y morían en el lugar de frio y por encontrarse en un estado de desnutrición severo.  

También estuvimos en los cimientos de lo que fue la cámara de gas y yo sentía que era suficiente y deseaba salir corriendo. Mantuve la calma y seguimos adelante. Entramos en la enfermería y formamos una ronda para escuchar al guía justo en el lugar donde realizaban terribles experimentos médicos. Los judíos, homosexuales, testigo de Jehová, discapacitados y también todos lo que estuvieran en contra del nazismo sufrían estos espantosos experimentos que consistían en probar cuanto calor o frio o alta presión podía soportar un humano. Todo esto le era útil a los nazis para obtener datos para mejorar su propio ejército. La última parte del recorrido consistía en bajar a una enorme fosa donde se depositaban a los cadáveres que murieron en el lugar pero ya no pude seguir y prefería quedarme donde estaba. El Tata bajó pero me dijo que había sido demasiado impresionante para él. Mientras mi corazón latía fuerte y empezaba a sentir que la presión se me bajaba la gente comenzó a juntarse y al fin dejamos el lugar.

Terminado el paseo me pregunté cuanta perversidad y maldad puede haber en los seres humanos, dormida esperando salir. También me pregunté si realmente era posible que el pueblo alemán no supiera nada de lo que estaba sucediendo. Pienso que en los 40 la rapidez en la comunicación y la cantidad de información no era la misma de hoy, muchos no tenían ni siquiera radio. Por otro lado la propaganda nazi estaba demasiado bien implementada. Sin embargo es difícil creer que gente que vivía cerca de los campos de concentración no supiera que las cenizas que llegaban hasta sus casas de la incineración de los cadáveres  era precisamente eso. Los alemanes de esa época creían que encerrar a una persona para “reeducarla” por tener diferentes creencias religiosas o diferentes elecciones sexuales o sólo por ser discapacitado era correcto? Muchas preguntas y muy pocas respuestas.

Como si todo lo que habíamos visto en el campo de concentración hubiera sido poco también estuvimos en lo que alguna vez fue el muro que dividió a Berlín entre Este (comunista) y Oeste (aliado). Después de la segunda guerra mundial se dividieron a Alemania por un lado entre Francia, EE. UU. e Inglaterra y por el otro Rusia. Las diferencias políticas y sociales entre unos y otros terminó con la creación de este espantoso muro que los dividió durante casi 28 años (1961 – 1989). Muchos de los intentos por pasarse al lado “no comunista” terminaron en muerte y las historias que uno puede ver y escuchar de como muchas personas intentaban cruzar el muro son de las más variadas y locas.




Decidimos quedarnos un día más en Berlín porque hay demasiadas cosas para ver pero nuestra última noche no la pudimos pasar en el hostel donde nos hospedamos las noches anteriores porque a un empleado del lugar se le ocurrió decirnos que el costo de esa noche era más del doble de lo que habíamos pagado. Decidimos mudarnos a un hostel más caro pero mucho mejor y que además tendría baño privado y con agua caliente que era lo que más extrañábamos. Cuando llegamos al nuevo hostel fuimos a tomar una ducha y nos dimos cuenta que la ventana del baño no tenía cortina asi que todo el edificio del frente podría observarte mientras te bañabas o hacías tu necesidades diarias.  Ese no fue el único inconveniente, es que cuando el Tata intentó bañarse todo el lugar se inundó y tuvimos que pedir que nos cambien de habitación.

Para darle un poco más de color a esta  ciudad decidimos ir nuestro último día a apreciar el arte callejero y los increíbles e innumerables grafitis que existen en Berlín.




Quien es bueno y quien es malo… otra vez esta idea resuena en mi cabeza y otra vez creo que nadie es bueno y nadie es malo. Las dos energías viven en nosotros y juegan con nosotros. A veces buenos, a veces malos. 

Mas fotos en: www.facebook.com/tonatatatour

2 comentarios:

  1. Una vez más tengo que decirte que lo que contás es hermoso.
    Yo quisiera haber sido aquel niño que en Holanda se les acercó para felicitarlos.
    También me hubiese gustado ser un alumno de esa escuela de niños alemanes y poder escuchar sus vivencias.
    Como le dije una vez a Martín ,todo es muy lindo pero hay que tener mucho huevo para hacer semejante viaje.
    Sigan adelante y disfruten cada momento,besos

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  2. Ojalá pudieran transportarse y entrar en los cuerpos de algunas de las personas con las cuales compartimos bueno momentos...
    Creo que lo importante no es no tener miedo si no ser valiente y por más miedo que se sienta afrontarlo.
    No sólo desde que empezó este viaje, si no todo el gran viaje que emprendimos juntos desde el momento que tomamos la decisión de acompañarnos en la vida tuvimos miedos e inseguridades pero sin dudas fuimos y seguimos siendo valientes.
    Muchísimas gracias por seguirnos y estar siempre al pendiente.
    Un beso!

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